Se te ablandan hasta los recuerdos cuando se trata de café. Y duelen menos, parece que se difuminan por siempre incluso, con las caricias de otros. Quizás es que, después de todo, puede que sepas dar pan y tener hambre al mismo tiempo. Que no sea tan sólo pan, ni únicamente hambre. Y que las decisiones precipitadas y sin pensar también dan cabida a buenos principios, siempre que la situación sea la que mezca la cuna, y te dejes llevar. Y que conduzca él en la carretera, mientras observas por la ventanilla el cián de un cielo que hacía tiempo que no veías con tanta claridad.
"Nos resignamos al momento único y feliz. Preferimos perderlo, dejarlo transcurrir sin siquiera hacer el razonable intento de asirlo. Preferimos perderlo todo, antes que admitir que se trata de la única posibilidad y que esa posibilidad es solo un minuto y no una larga, impecable existencia."
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