6.07.2012

7

Valencia se viste de azul atardecer sobre las nueve de la noche. Un azul simbiótico con el frenesí interno de la sangre por mis venas, bombeando a flor de piel. Se oculta una cólera ciega entre tus pestañas. Las canciones pasan, notas sobre el oído. Llegan y se van y aceleras el paso, pero nada más. Tan sólo es volver a casa, nada más. Nada más.
Rozas con un dedo tu piel, extraña, expectante. Cierras los ojos y dibujas su cara a base de secuencias imaginarias. Es entonces cuando el aleatorio escoge Angie y el corazón se detiene en un breve instante. Se paraliza la calle y se paraliza el tráfico, como aquel día de Enero, como si no se tratara de otro más entre treinta y uno.
Lo admito, que no lo he olvidado. No se puede olvidar, no se puede enterrar. La rutina ha sepultado todas aquellas sensaciones que entonces conseguían hacerme sentir viva, pero todavía sonrío cuando oigo tus comentarios en bocas ajenas. Me sorprendo hablando, de repente y casi sin venir a cuento, de esa fría madrugada recién estrenada, en la que yo me revolvía entre sábanas y sueños... y un poco de Oasis también, seamos sinceros. Podía recrearte en medio de la pista, vestido de traje. Tus facciones y tu mirada, los detalles a los que llevaba una semana dándole vueltas en mi cabeza. Siguen en mi memoria tan nítidas como entonces las Navidades donde los kilómetros pesaron como nunca antes habían pesado. Las distancias se me hicieron tan largas y la espera eterna. No entendía ni sabía ni comprendía cómo me contenía, día tras día, con una extraña madeja de sensaciones hormigueando mis sentidos, ir y venir incansable de indecisión. Ahora sí, ahora también, y tan de pronto como lo tuviera claro un "no" me acariciaba el oído.
Tan pronto como lo tuviera claro, y estaba de frente a la plaza, fría, solitaria. Con miedo de pisar los baldosines y de que me vieras, cuando ansiaba por salir corriendo, un impulso. Corre. Huye. Vete. No vuelvas a hablarle más, que desaparezca.Y fueron esas cosquillas, ese morbo, lo que escribió aquella tarde.
Quedarme esperándote hasta que apareciste.
Y el resto, es memoria.

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