7.01.2012

19

Y tal y como sucedieron las cosas, yo creo que ya es momento de definir, limitar y concretar el concepto. Apartar. Pisar el freno, porque ya es demasiado lo que me permito mirarte. El fluido vacío e inexistente de una distancia de asiento y asiento en el vagón de Metro, vueltas confusas de amarillo gris y blanco. La voz mecánica anunciando la parada de Bailén y tú forzando una conversación que a mi no me apetece. Surrealista, pienso. Surrealista a tu lado y que hayas sido de otra, y no mío, esta noche. De tu hipócrita honestidad que hacías bandera en su momento, de ésa por la que suspiré durante tanto tiempo. Y ahora es mirarte y desconozco tu interior, si respiras, si conspiras en realidad o si deseas algo que trascienda de lo carnal. Y si tu consejo fue que amara, tú has actuado en sentido contrario. Por dentro me desgarro y no de rabia, sino como si de un cristal se tratara. Un diamante que cae y se destroza, mil pedazos, miles y brillantes.

No te puedo decir ahora que me quieras, ojalá me hubieras querido esa mínima parte que siento, esa mínima porción de lo que ya viví y ya no es tanto. Pero aún soy muy niña, como entonces, y para ti siempre guardé la ilusión de aquel Enero en el que creí que sería la última, la primera. O al menos, la única.
Pasajeros colapsados frente a una puerta de doble ventana. Una mano y entonces, estampida. Pululan las pisadas, las carteras, las ondas rubias de esa chica que me suena haber visto en una revista, hace dos semanas. Deslizas tus dedos sobre un táctil de envidia y envidia es lo que tengo al desear aparecerme en Londres, preciso instante. Metal. Suelos pulidos, papeles en las esquinas. Es la tarjeta de un único viaje, uno más que significa el último en tantos sentidos. Quizás porque me paso a Bonometro y porque prefiero no mirarte ni a los ojos. No quiero.
Pero si tenemos que culpar, culpemos a la humedad, el cielo encapotado del recién estrenado Julio, las cenizas sobre nuestros hombros, y en tu marquesina. No sé, si pretendías... Pero si querías, no te veo. No voy a volver a verte, no. Me escondo en los ojos irritados de una alergia fingida. Fin. Fin. Fin.
Ven a buscarme, ven. Ven que ya he decidido, que lo que antes era definitivo, ahora está enterrado. 
Nunca. ¿Me oyes? Nunca.

La mayoría de los días del año no tienen nada de especial, comienzan y acaban sin dejarnos recuerdos perdurables en la memoria, la mayoría de los días no tienen ningún impacto sobre el transcurso de una vida. El 23 de Mayo, era miércoles...
500 Días Juntos. 

1 comment:

Irene said...

Te quiero mucho mucho mucho y cada vez que te leo, alucino más, porque es impresionante, ERES impresionante.