3.29.2014

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Podría haberse tratado de un papel,
un papel inocuo,
un deseo inocuo,
un desliz imaginario.
Podría haberse lanzado
desde aquel terrario
después del trato pactado
de no volver a mirarle directamente
a los ojos.
Pero también fue deseo
el despertarse con lágrimas y sofocos
aquella mañana del doce de marzo.
Lágrimas de amatista,
de esmeralda,
lágrimas de cuarzo,
lágrimas de trapecista.
Bailarina de dolo y gualda,
de culpabilidad contorsionista
moviéndose con ligereza
sobre tejados de tristeza
y pizarra.

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